jueves, 15 de enero de 2009

La masculinidad tóxica

EXTRACTO DEL LIBRO " LA MASCULINIDAD TÓXICA " DE SERGIO SINAY
"Querido congénere: Esta carta no podía tener otro destinatario que no fueras vos. Nadie podría entender mejor de qué hablo, qué quiero decir. Querido congénere, vos y yo,varones ambos, estamos en peligro de extinción. Así como nos mandaron a vivir nuestras vidas de hombres, así como nos mandaron relacionarnos con las mujeres,con nuestros hijos, con las cosas, con los seres, con el mundo, así no va más.
Te quiero contar cosas que escucho, que siento, que pienso, que vivo y que veo,cosas que nos involucran y que, quizás, no ignoras y te preocupan tanto como amí. Veo mujeres tristes, desalentadas, resignadas a no encontrarseemocionalmente con nosotros, a no contarnos como compañeros de vida, digo comoverdaderos compañeros de vida, como hombres dispuestos a explorar con ellas losespacios desconocidos del afecto, a confiar en que nuestras diferencias nosenriquecerán, dispuestos a mirarlas con cariño, con ternura, con humor, ademásde con deseo. Veo mujeres que no nos entienden ni se sienten entendidas pornosotros, mujeres que han hecho hasta lo imposible por comunicarse (y debo decirte querido congénere, que a menudo hacen de más, se ponen demasiadoansiosas, sofocan, se adelantan a nuestros tiempos). Han hecho hasta loimposible guiadas por la mejor, la más amorosa de las intenciones. Y hoy a muchas las veo y escucho resignadas a convivir con hombres que siempre seránextraños y lejanos o, directamente, a prescindir de ellos. Muchas mujeresprefieren compartir su tiempo con otra u otras mujeres: reciben más afecto, máscomprensión, más compañía (aunque le falte el tipo de compañía, comprensión y afecto masculinos que tienen otra energía, otra vibración, no opuesta sinocomplementaria) . Hay mujeres a las cuales empezamos (sólo empezamos) a resultarles prescindibles. Y si prescinden denosotros, ellas estarán sin hombres, pero los que estaremos verdaderamentesolos seremos nosotros, te lo aseguro. Nosotros, los varones sabemos muy poco,o nada, de estar solos, salvo en las trincheras o arriba de un ring. Y aún así, nos damos el dudoso lujo deaislarnos.
Por las dudas, te lo aclaro: cuando digo que las mujeres acabarán prefiriendoestar con mujeres, no hablo de sexo. Lo aclaro porque sé que los varones sabemos poco de intimidad, simplificamos y nos confundimos. Estarán juntas deun modo que nosotros no sabemos estar entre nosotros. Espero que entiendas. Y si no, hermano, espero que empieces a aprender a entender.Veo y oigo, también, a muchos hijos desalentados. Ya no hacen más esfuerzo poracercarse a sus padres, ya no esperan que sus padres se acerquen a ellos,quiten el candado de la distancia emocional, compartan sentimientos,sensaciones. Ya no esperan que sus padres se interesen de verdad por lo que aellos o ellas (hijo, hija) les pasa, ya no aspiran a ser revalidados por laamorosa y firme mirada paterna. No sé si te ocurre, no sé si te ha tocado, perohe sido testigo u oyente de muchas palabras de hijos desalentados. Dicen cosascomo “A mi viejo no vale la pena pedirle nada, nunca tiene tiempo, siempre está ocupado”. O dicen: “Me hubiera gustado verlo en la entrega de diplomas, me hubiese gustado que estuviera allí (y no en una reunión o jugando al tenis ollevando el coche al taller) el día que traje a mi novia por primera vez a casa”. O dicen: “Me gustaría no sentir este silencio incómodo cuando nos quedamossolos. Me gustaría que me mire a los ojos cuando me habla. Me gustaría que no opine sobre todo lo que digo. Me gustaría que me escuche sin juzgarme. Megustaría que alguna vez me prohíba algo y me lo explique, así puedo aprender. Me gustaría que no me trate como a unamigo, que no se haga el pendejo, que no me robe mi manera de hablar; necesitosentir que es mayor que yo, que tiene otra experiencia, que sabe cosas que nosé, que podré confiar en él si me pierdo. Y así, con un padre pendejo, no puedo.Y paso vergüenza ante mis amigos, porque encima no funciona como pendejo”.
Muchos de esos hijos, hermano varón, ya no buscan a sus papás, se han resignadoa perderlos emocionalmente o a tenerlos sólo como proveedores. Y eligen como confidente a mamá. Ella, que nunca fue varón, que no se siente como varón, quecarece de experiencia de varón, tiene que explicarles desde qué hacer con unachica (¡yo tampoco lo creía hasta que fui testigo varias veces!), hasta comoenfrentar una situación temida. Para esos hijos pronto seremos prescindibles.Ellos se quedarán, funcionalmente, sin padre, les será doloroso pero seguirán adelante con su vida, aprenderán a ser hombres de alguna manera, acaso sean buenos hombres. Los que nos vamos a quedar de veras solos somos nosotros.No sé si te pasa, no sé si lo sientes, observo cada vez más hombres que desconfían de otros hombres, que los ven como enemigos, como obstáculos, o a losumo los ven como instrumentos, como medios. “Este tipo me sirve o no me sirve,lo tengo que cuidar o lo tengo que cagar”. Escucho eso, lo escucho con una frecuencia que me alarma. Pasa en las empresas, en la política, en la vidasocial, en los clubes, en las agrupaciones profesionales. Veo cada vez más hombres enceguecidos por la ambición, alos que no les importa qué precio (moral, en salud, en dinero, o reputación)hay que pagar para tener.
Tener, ésa es la palabra, hermano varón. Tener poder,mujeres, plata, casa, cosas (no importa qué cosas: cosas). Cuando hay tan poca solidaridad, tan poca empatía, tan pocacamaradería entre los varones estamos mal, hermano varón. Nos quedaremos solos,solos entre nosotros, solos y en guardia, solos y enfermos.Cada vez veo más hombres deprimidos, hombres que no duermen, hombres que parecen pastilleros ambulantes (viagra, alopidol,alplax, clorazepán,ansiolíticos, sedantes, antiácidos, antiinflamatorios, analgésicos, farmacias quecaminan), hombres que desoyen todos los síntomas con que sus cuerpos les hablan, hombres con dolores, con malestares físicos o emocionales a los que prefieren no atender. Morimos antes de tiempo o llegamos estropeados a nuestravejez. Necesitamos, para nosotros y para otros, llegar vivos a la hora denuestro final, con capacidad para convertir nuestras experiencias en sabiduríay para hacer de nuestra sabiduría una herramienta al servicio de nuestros afectos y nuestro mundo.
Pero la gran mayoría de nosotros estamos llegando vacíos, sin nada para transmitir, habiendo acumulado vivencias como quien juntafotos, pero sin haberlas transformado en algo trascendente.Así no va más, hermano varón, querido congénere. Con nuestra violencia, con nuestra ausencia de perdón, de comprensión, de flexibilidad, estamosdestruyendo el mundo. Digo nosotros, digo los varones, no es un “nosotros”abstracto. Digo los hombres (no digo “la humanidad”), los que tenemos pito yvoces gruesas y pelos en todas las partes (a veces no en la cabeza). ¿Seentiende, muchacho? Digo que los varones, con nuestro maldito mandato machista,ya hemos mucho daño y ya nos hemos hecho mucho daño a nosotros.
Así, no va.
Seremos prescindibles para las mujeres. ¿Quien nos hizo creer que estaránsiempre a nuestros pies, muertas por nuestros pitos? Seremos prescindibles paranuestros hijos. La paternidad biológica es solo un dato, un accidente, hay quedarle sentido, llenarla de contenido. Prescindimos entre nosotros el uno del otro, apenas nos usamos. Así no se construyen vínculos fraternales y fecundos.Ya hay mujeres (narcisistas si querés, egoístas si te parece, estoy deacuerdo) que nos usan de padrillos, aveces sin que los sepamos, para tener hijos y librarse de tener maridos. Ya hay fecundación in vitro. Y si la clonación avanza (Dios no permita que esoslocos omnipotentes lleguen a cumplir, invocando a la ciencia, sus sueños demenciales)bastará con una célula materna para crear un hijo. Y no seremos necesarios nicomo sementales. Será el ominoso final de un modelo que nos hizo creer invulnerables, poderosos y ganadores.
¿Qué ganábamos, querido congénere?¿De veras no estás un poco harto de tener que demostrar todo el tiempo que tenés huevos? ¿Qué quiere decir tener huevos?No es algo que elegiste, no es algo que se logra con esfuerzo, con aplicación,con creatividad. Terminémosla con loshuevos. La mayoría de nosotros (la penosa inmensa mayoría) ni siquiera sabe quéfunción cumplen los testículos en nuestro organismo.
¿De veras no estás harto de demostrar tu aguante, de bancártela solo? También los burros tienenmucho aguante. Y los bueyes. ¿Hay algo más por lo que destaques? ¿Algo propio,generado desde tu corazón?
¿De veras no estás harto de tener que demostrar a las mujeres el largo y elgrosor de tu pene, de tratar de batir récordscuando estás con ellas? ¿No estás harto de ir a la cama con pavor de que tu arma tenga la pólvora mojada? ¿No estás harto de negarlo, lo vas a negar ahorauna vez más?
Yo soy como vos, de manera que aquí podés ahorrártelo.Y, de paso, ¿no te gustaría saber un poco más acerca de cómo sienten sexualmente las mujeres, de qué les gusta, dequé esperan de vos antes de que empieces con tu exhibición y las dejes afuera?¿No crees que podés llevarte alguna grata sorpresa al averiguarlo? ¿O para vos no hay nada que aprender?
¿Dónde aprendiste tanto? ¿Te lo enseñó tu papá, o algún hombre mayor sabio, cariñoso,afectuoso y comprensivo? ¿O lo aprendiste de oídas? ¿O pagando a una mujer de la cual no recordás el rostro?
¿De veras no estás harto?¿De veras no estás harto de mirar de reojo el auto del tipo del lado, y si es más nuevo o potente que el tuyo, salir corriendo a cambiar tu coche para que nocrean que sos pobre o que tenés menos poder, o que la tenés más corta?
¿De veras no estás harto de hablar sólo de lo bien que te va, de callarte los dolores, las dudas, las vergüenzas, las dudas? Digo, ¿no estás harto de aparentar, de competir aún de palabra, de tapar, de disimular?
¿De veras no estás harto de tanto chiste machista, de tanto infantilismo acumulado, de tanta simpleza intelectual, de tanto desprecio por las mujeres, por los homosexuales, por los que apuestan a otra vida y a otros vínculos sin que pierdan por eso ni una gota de testosterona?
¿No estás harto, eso quiero decir, de vivir con el culo apretado por el miedo, por el pánico a lo diferente?
¿No estás harto de justificar guerras, matanzas y destrucciones en nombre de la política?
¿No estás harto de callar, por miedo a que te llamen tonto, ingenuo omaricón, tu oposición a la muerte de quien sea, de un palestino, de un libanés, de un judío, de un afgano, de un iraquí, de un serbio,de un croata, de un ruso, de un indio, de un paquistaní,de una mujer, de un chico (de miles y miles de chicos), no estás harto de tupropio silencio e inacción?
¿No estás harto de tener sólo cuatro o cinco temas de conversación (mujeres,política, fútbol, economía, tecnología) temas seguros, donde nunca arriesgarásnada personal, temas protegidos, temas que, a fuerza de ser los único, tealejan de otros temas, de otra gente, del corazón de otra gente (mujeres,hijos, amigos, nuevos seres a conocer) y de tu propio corazón?
¿No estás harto de ser un eterno adolescente, alguien que se niega a entrar enlas etapas evolutivas de la vida, alguien que se convierte, mientras pasan losaños, en la patética caricatura de un púber y que , por muy macho que se diga,no tiene coraje (o huevos, como te gusta decir) para emprender la aventura espiritual, emocional y cósmica de convertirse en un hombre de verdad, unhombre de los que el mundo, y las mujeres, y nuestros hijos, y los otros amigos, necesitan?Si no estás harto, acaso cuando lo estés ya sea tarde, ya estarásdefinitivamente solo, ya serás absoluta e irreversiblemente prescindible.
Si no estás harto, formás parte de una especieen extinción. También los dinosaurios lo eran, aunque no lo supieran, cuandoparecían enormes y poderosos. Formás parte de una especie en extinción y no habrá una ONG que esté dispuesta a rescatarte. Otras especies serán prioritarias. Especies que no depredan, que no discriminan, queno asesinan masivamente entre sí, que equilibran el universo.
Si estás harto, el momento de cambiar es ahora. No hay excusas, no hay peros. Así no va más.
Me dirás que sí va, mire quienes gobiernan los países, quienes están al frente de las empresas, quienes rigen el deporte, quienes manejan las finanzas, quienes son los economistas que ven números pero no personas, quienes inventan cada día una guerra para seguir vendiendo armas y robando petróleo mientras invocan causa inexistentes, quienes mandan a morir a los hijos de losotros, quienes intoxican a nuestroshijos con la comida chatarra, televisión chatarra, juguetes chatarra, ideaschatarra, quienes nos hacen creerque moriremos si no tenemos un auto, un plasma, una computadora de ultimísima generación, que seremos poca cosasin una zapatilla que hasta marca nuestras pulsaciones, quienes manipulan nuestra salud desde lascorporaciones farmacéuticas. Miro y los veo. Son hombres insalubres, inoculadose inoculadores de un paradigma tóxico. Y son mayoría. Es cierto.
Pero te repito. También los dinosaurios parecían invulnerables, cuando, aunque ellos no lo supieran, ya estaban en extinción. Y, de paso, pido perdón a los dinosauriospor la comparación. Estos hombres no son inocentes como eran ellos. Son imputables.
A esta altura de la historia, de las comunicaciones, de la sociología,de la psicología, de la información y del conocimiento, son imputables. No podrán decir que no sabían. En todo caso que digan que les gustaba y les creeremos. No podrán decir que cumplían mandatos. La civilización ha vivido cosas que impiden aceptar esa excusa.
Por eso digo, hermano varón, que si estás harto sólo te queda el camino deempezar a cambiar tus conductas. No tus palabras, no basta con que cambies dediscurso. Hay que transformar las acciones, las actitudes, los hechos. Y también las palabras. Quedarte en el discurso te hará imputable.
El tiempo es ahora. El lugar es tu casa, tu trabajo, el espacio que compartes con tu mujer(o con las mujeres), con tus hijos, con otros hombres. Es aquí y ahora, cadadía en cada lugar. Ya. No te dejes engañar por esa mayoría de hombres que ves.
Los varones somos, con el paradigma masculino hegemónico hoy vigente, una especie en peligro de extinción. Y esos tipos son los responsables. ¿Querés ser como ellos? Yo no.Me preguntarás desde dónde hablo, qué derechos me arrogo. Cuál es mi púlpito.Me identifico. Soy un varón de este mundo, de este tiempo. Un marido, un padre,un profesional. Un hombre que ha vivido ya más de la mitad de su vida y ha experimentado todos los mandatos del paradigma. Que hace tiempo ya no quiere más de eso.
Soy un hombre harto de estos hombres. Un hombre que tiene con ellos una cuestión personal, porque degradan mi sexo. Soy un hombre al que le duelen los tiempos que vive. Un hombre que tiene la visión de un mundo compasivo y fraternal,inclusivo, enriquecido por la diversidad, fecundo.
Un hombre harto que sospecha no ser el único hombre harto.
Si también estás harto, nos encontraremos en el camino.
Hasta entonces, un abrazo fraterno."
Sergio Sinay

Gracias por hacerme llegar este texto, que he decidido compartir aqui.

Publicado por Alicia Yazyi en: lamujersalvaje@yahoogroups.com