domingo, 10 de mayo de 2009

¿Qué construye nuestra identidad como mujeres?




“Todos sentimos el anhelo de lo salvaje. Y este anhelo tiene muy pocos antídotos culturalmente aceptados. Nos han enseñado a avergonzarnos de este deseo. Nos hemos dejado el cabello largo y con el ocultamos nuestros sentimientos…”
Prefacio “Mujeres que corren con los lobos” Clarissa Pinkola Estés

Cuando en el inicio del taller se nos dio la propuesta de pensar un tema que nos interese y que esté relacionado con la Psicología, pensé en el texto "Mujeres que corren con los lobos. Mitos e Historias acerca del arquetipo de la Mujer Salvaje" escrito por Clarissa Pinkola Estés, que es una escritora, poeta, y psicoanalista junguiana. Esta autora hace un recorrido a través de cuentos y fábulas, que nos llevarán a encontrarnos con una parte oculta de nuestro ser, como forma de ayudar a las mujeres a que recuperen su fuerza, su salud, su creatividad, a través de el reencuentro y el fortalecimiento de una parte de nuestro ser, instintiva, por lo tanto oculta, arcaica y sabia.
Y es a partir de esta propuesta de abordaje que hace la escritora, que nace en mí la inquietud de conocer un poco más qué es lo que se juega en la construcción de nuestra identidad como mujeres, que se enmarca en el proceso de construcción de la femineidad.
El surgimiento del arquetipo de la Mujer Salvaje para la autora se da a partir del estudio de los lobos:
“…los estudios de los lobos son como la historia de las mujeres, tanto en lo concerniente a su coraje como a sus fatigas”
“Los lobos sanos y las mujeres sanas comparten ciertas características psíquicas, una aguda percepción, un espíritu lúdico, y una elevada capacidad de afecto. Los lobos y las mujeres son sociales e inquisitivos por naturaleza y están dotados de una gran fuerza y resistencia. Son también extremadamente intuitivos y se preocupan con fervor de sus vástagos, sus parejas y su manada. Son expertos en adaptarse a las circunstancias siempre cambiantes, y son fieramente leales y valientes.”
“Y sin embargo, ambos han sido perseguidos, hostigados, y falsamente acusados de voraces, taimados, y demasiado agresivos, y de valer menos que sus detractores. Han sido el blanco de aquellos que no solo quisieran limpiar la selva, sino el territorio salvaje de la psique, sofocando lo instintivo hasta no dejar rastro de él. La depredación que ejercen sobre los lobos y las mujeres aquellos que no los comprenden es sorprendentemente similar”

“… el camino no se ha terminado sino que sigue conduciendo a las mujeres hacia el conocimiento cada vez más profundo de sí mismas. Los senderos que todos seguimos son los del Yo instintivo, innato y salvaje”
“…la llamo la Mujer Salvaje, porque estas dos palabras en concreto “Mujer” y “Salvaje”, son las que crean el llamar o tocar a la puerta, la mágica llamada a la puerta de la profunda psique femenina. Llamar o tocar a la puerta significa literalmente tañer el instrumento del nombre para hacer que se abra una puerta. Significa utilizar unas palabras que dan lugar a un pasadizo. Cualquiera que sea la cultura que haya influido en una mujer, ésta comprende intuitivamente las palabras mujer y salvaje”
“Cuando las mujeres oyen esas palabras despierta y renace en ellas un recuerdo antiquísimo. Es el recuerdo de nuestro absoluto, innegable parentesco con el femenino salvaje… puede que hayamos olvidado los nombres de la Mujer Salvaje, puede que ya no contestemos cuando nos llama por los nuestros, pero en lo más hondo de nuestro ser la conocemos, ansiamos acercarnos a ella; sabemos que nos pertenece y que nosotras le pertenecemos.”
Fantastica e intersentante explicación, en palabras de la autora, del surgimiento de la Mujer Salvaje, la psique femenina salvaje y la comparación con los lobos.
Esta autora plantea una especie de "esencia ancestral de ciertos aspectos de la femineidad" que es el arquetipo de la Mujer Salvaje. Los arquetipos para Jung son los contenidos del inconsciente colectivo, sería una tendencia innata (no aprendida) a experimentar las cosas de una determinada manera, actúa como un “principio organizador” sobre las cosas que vemos o hacemos. Funciona de manera similar que los instintos en la teoría freudiana, aunque no refieren específicamente a algo del orden biológico. Algunos de los arquetipos planteados por Jung son, el Materno, La Sombra, La Persona, Maná, Anima y Animus; entre otros.
En el caso de la "Mujer Salvaje", resulta algo que está presente en todas las mujeres, de forma latente, y que sus efectos pueden ser más o menos evidentes en la vida de cada mujer, y que a su vez es parte estructurante de la psique femenina, de una manera particular de sentir y de vivir la vida propia de las mujeres.
Jung habla de un "inconsciente colectivo" entendiendo a este como una “herencia psíquica”. Es el reservorio de nuestra experiencia como especie; un tipo de conocimiento con el que todos nacemos y compartimos. Y a partir de él, se establece una influencia sobre todas nuestras experiencias y comportamientos, especialmente los emocionales; pero solo le conocemos indirectamente, viendo sus efectos sobre la vida consciente. No es de extrañar que, la autora siguiendo su línea plantee una matriz en común fundante del "ser mujer", un punto de encuentro del “alma femenina”.
El libro plantea un desafío, recuperar la naturaleza instintiva: “…en el transcurso del tiempo hemos presenciado cómo se ha saqueado, rechazado, y reestructurado la naturaleza femenina instintiva…” “…la maltrecha vitalidad de las mujeres se puede recuperar efectuando amplias excavaciones psíquico-arqueológicas…mediante su personificación en el arquetipo de la Mujer Salvaje, podemos discernir las maneras y los medios de la naturaleza femenina más profunda. La mujer moderna es un borroso torbellino de actividad, se ve obligada a serlo todo para todos…ya es hora de que se restablezca la antigua sabiduría”

Es claro que en estos últimos tiempos, se ha visto una modificación de la imagen y rol de la mujer en la sociedad; la estricta división del trabajo y la división del poder que existía en el industrialismo, donde el hombre era el encargado de la manutención económica, y tenía también un lugar de superioridad en la toma de decisiones; se ha ido borroneando, y actualmente la mujer está en una posición más equitativa al respecto. Pero de todas formas persiste el mandato social de que una “buena mujer” es necesariamente también una “buena madre”, y como premisa una “buena madre” renuncia a sus deseos en pos del bienestar de sus hijos. Y entonces, la mujer moderna se debate entre diversos mandatos, debe trabajar, progresar, ser una buena profesional, una buena compañera, buena madre, etcétera.
En este panorama la identidad femenina va adquiriendo características fantásticas, donde todo lo puede, todo lo debe, y lo es todo para todos, buena madre, buena esposa y buena profesional. Este inter-juego de roles, se ha ido naturalizando y es difícil separar la imagen de la mujer de la maternidad, al igual que actualmente se hace insólito pensar a una mujer que no trabaje para mantenerse, profesionalmente o no. Esta situación de entrelazado de los roles y el cumplimento de las expectativas sociales, muchas veces deviene en cierto malestar cultural de las mujeres, un sentimiento de frustración y de opresión, por no cumplir con alguno de los mandatos sociales.

Es por esto que, la idea de la Mujer Salvaje como arquetipo, pone énfasis en los pensamientos, sentimientos, y los esfuerzos que fortalecen a las mujeres, que potencian su salud y creatividad, teniendo en cuenta los factores interiores y culturales que las debilitan. Me parece una buena y curiosa manera de revalorizar lo propio e ineludiblemente femenino, una especie de liberación femenina de lo profundo, romper con las cadenas que han restringido la imagen de la mujer, y la construcción de una identidad compleja, donde los roles de género no actúen como carceleros de las necesidades de la mujer.
“La mujer salvaje es la mujer prototípica; cualquiera sea la cultura, cualquiera sea la época, cualquiera sea la política, ella no cambia. Cambian sus ciclos, cambian sus representaciones simbólicas, pero en esencia ella no cambia. Es lo que es y ella es un todo.”
Lo femenino es algo único y le pertenece a cada mujer, pero a su vez cada mujer es única, y cada mujer debe encontrar su esencia y la esencia de la mujer salvaje; no en vano el libro refiere a muchas culturas. Es que, en definitiva, lo cultural, social e histórico, ha cercenadado la esencia de la mujer y la ha reprimido, eso trata de hacernos ver la autora, por lo mismo tanto el libro como el tema en particular, adquiere un matiz multifacético y multidisciplinario a mi entender.
La psicología tradicional muchas veces se encuentra con dificultades a la hora de brindar respuestas a las problemáticas de las mujeres, y por muchos años no le dio un lugar claro a la femineidad como entidad, por mucho tiempo se ha definido lo femenino a través de la falta, es decir “la ausencia de” , la teoría psicoanalítica freudiana donde la sexualidad tiene un rol fundamental, marca la diferencia entre masculino y femenino por la angustia frente a la posible pérdida del pene o el anhelo de poseerlo. El pasaje por el Complejo de Castración, constituye un momento constituvo dentro de esta teoría para el establecimiento de las identificaciones sexuales, o más correctamente a mi entender de los roles de género que seguirán su camino de construcción a lo largo de vida con las experiencias de la vida del sujeto.
Pero, lo que me gustaría enfatizar haciendo referencia a la teoría freudiana es la falta de un significante para lo femenino. El “Falo” es lo que en realidad se anhela o se teme perder en el tránsito por el Complejo de Castración, y no “el pene real”, pero la identificación del Falo con su significante ha adquirido tal adherencia cultural, que parece dejar afuera a las mujeres del mundo simbólico, además de reproducir el status de subordinación en las relaciones sociales entre hombres y mujeres, que ha persistido durante mucho tiempo y hasta hoy podemos encontrar sus vestigios.
Incluso hoy en día resulta difícil para las mujeres, por ejemplo, acceder a puestos de poder, ser remuneradas en iguales condiciones que los hombres y ser respetadas y valoradas en un lugar de superioridad económica frente al hombre, sigue siendo víctima de la estereotipia de los roles de género, de una sociedad patriarcal. Ser respetada en sus ciclos vitales, como por ejemplo en la maternidad, otorgándoles un tiempo debido y adecuado para reforzar ese vínculo necesario y vital, actualmente en nuestro país las mujeres tienen tán solo tres meses de licencia maternal, lo que obliga a las mujeres a “hacer malabares” para continuar amamantando a sus hijos, y no perder ese vínculo; por eso las mujeres modernas son víctimas de la culpa cuando deben dejar a sus hijos en manos de otro, en pos de no perder un sustento económico o continuar su crecimiento profesional. Esto refleja la dualidad y los enfrentamientos de la mujer moderna. También, siguen siendo reprimidos sus derechos sexuales: desde el no nombramiento de la vagina casi por ningún sector de la cultura, hasta por la inconciencia y negación de la misma por la propia mujer; una mujer que defiende su sexualidad tiende a ser juzgada como “liviana” o “fácil” por quienes en definitiva no respetan a la mujer, y todos sus derechos y cualidades como tal.
Por ende, qué peligroso me parece definir algo a través de la falta, y desarrollar una identidad a partir de esa falta. Creo que en parte frente a esta “carencia de significante” me pareció atractiva la idea de poder pensar un concepto que haga referencia a aspectos propios y profundos de “lo femenino”. Pero a la vez creo que, muchas veces cuando definimos algo lo coartamos de libertad, y lo que da Clarissa Pinkola Estés es un punto de partida para entender la femineidad y no un concepto acabado. Definir algo a veces lo limita, ya sea desde la falta, o, el dar ciertas características como normas de comportamiento, actitudes, valores, tareas, etc., donde lo femenino se debe supeditar a lo masculino, donde lo femenino es pasivo y lo masculino activo, etc., y lo encuadra en categorías estancas. Es decir, definir ya sea, desde la ausencia como desde el contenido, limita la libertad de una noción tan amplia como la construcción de la identidad de la mujer.
Y estos ejemplos dados, nos enfrentan al dilema de la “mujer moderna” en contraposición con la “Mujer Salvaje”
En oportunidad a lo que hace referencia el libro, no se trata de una femineidad como ha sido concebida durante mucho tiempo en nuestra historia; débil, dócil, aniñada, “incompleta”, sino que es una femineidad "salvaje", y haciendo énfasis en lo animal, como algo que posee fuerza y sabiduría innatas, que tiene sus tiempos y sus ciclos; al igual que la mujer.
Centrándome en el título y el contenido del libro “Mujeres que corren con los lobos” de Clarissa Pinkola Estés, como respuesta a la frustración, el debilitamiento, y la incertidumbre de las mujeres actuales, la autora hace una analogía con la vida animal, especialmente con los lobos, y es bueno leerlo de sus propias palabras: “…una mujer sana se parece mucho a una loba: robusta, colmada, tan poderosa como la fuerza vital, dadora de vida, consciente de su propio territorio, ingeniosa, leal, en constante movimiento…no estamos hechas para ser una criaturas enclenques de cabello frágil, incapaces de pegar un salto…cuando las vidas de las mujeres se quedan estancadas o se llenan de aburrimiento, es hora de que emerja la mujer salvaje; es hora de que la función creadora de la psique inunde…”
Coincido con la intención de la autora de ayudar a las mujeres a encontrarse a sí mismas, a través de un proceso interno e intuitivo, y porqué no también a los hombres. Ya que, el libro si bien esta planteado desde una mirada de lo femenino, no tiene una postura “feminista”, y al respecto tampoco es mi intención con este trabajo.
Por eso ella en cierta parte del libro menciona al hombre salvaje, lo cual confirma que no es una visión feminista sino todo lo contrario, es una visión amplia de lo salvaje en nuestro interior, enfocada particularmente a la mujer, pero sin olvidar al hombre. Es por eso que, el hombre también puede llegar a esa esencia instintiva “el hombre salvaje”, pero para el hombre puede ser más difícil, porque si bien la mujer ha sido reprimida, oprimida, por mandatos sociales, quien es reprimido también siente la puja de luchar contra eso, no en vano la mujer ha luchado por ser sujeto de derechos y que se la valore como tal. La represión lleva a la rebeldía en determinadas instancias, cuando hay un despertar o un darse cuenta. En cambio, en el hombre esos mandatos han sido impuestos de tal forma y naturalizados culturalmente, que por eso es más difícil para el hombre encontrar esa rebeldía y llegar a ser el hombre salvaje, entendiéndose como aquel que ha hecho un proceso interno de aprendizaje redescubriéndose, un hombre que no tiene miedo y permite ser a la mujer en libertad. Algo que no sucede a menudo hoy en día, lo que puede relacionarse a los problemas vinculares en las parejas, y a las distribuciones de los roles de género en la familia, al igual que la sociedad en general. Esto también me lleva a preguntarme ¿cuál es la esencia de la masculinidad? Esto lo dejo como una interrogante.
No pretendo con esta exposición dar fé de una línea teórica en particular como es la Psicología Analítica, pero sí lo referido en el libro mentado me sirvió como motor impulsor de muchas ideas y se fueron abriendo ante mí muchas posibilidades, a medida que me adentraba más en el tema me encontré que había otros caminos que se interceptaban, como identidad y rol de género, construcción de subjetividad, mandatos sociales, problemáticas en la relación hombre-mujer, y por ultimo lo instintivo, lo intrapersonal, oculto, lo infranqueable. Todos estos aspectos forman parte de una misma matriz constructora. Y la pregunta de qué nos define, de pronto se me ha tornado inabarcable, es como tener ante mí un gran gigante y no me basta un solo abordaje para explicarlo.
No es un trabajo el del libro “Mujeres que corren con los lobos” meramente teórico y ortodoxo, tiene una visión más amplia, para entender el arquetipo de la Mujer Salvaje y pretende ayudar o dar pautas a las mujeres, para que tengan su despertar y puedan encontrarse a sí mismas, a través de las cualidades únicas que nos hacen ser mujeres al fin y nos dan nuestra identidad femenina, como por ejemplo la intuición, la rebeldía, la fortaleza frente al dolor y el gran poder de aprendizaje y evolución. La autora habla de cualidades de la mujer que puedan ayudarla a liberarse de los mandatos que la cercenan, la reprimen y no la dejan encontrar su verdadera esencia.


Entiendo que poder tener una visión más amplia que permita experimentar en nuestro interior lo que es la esencia que construye la femineidad, en definitiva es una aliada para nuestro ser femenino y para construirnos en ese “darnos cuenta” de nuestra Mujer Salvaje, que es una labor que cada mujer únicamente y particularmente, podrá llevar a cabo, para descubrirse a sí misma.
Aunque podamos hallar pautas generales, para definir nuestra identidad femenina y este libro proa por ese mensaje, he descubierto yo, que sí existen cualidades únicas de las mujeres como tal y puedo haciendo un viaje interno, descubrir mi Mujer Salvaje.
Como conclusión quisiera decir que para mí , hablar de la “esencia de la mujer” o “construcción de nuestra identidad femenina o como mujeres”, pueden funcionar como sinónimos, porque estamos hablando de algo concreto y real, que tiene un abordaje difícil por lo vasto y rico que es, pero sin embargo sabiendo que en este trabajo no solo he tratado de analizar esa identidad femenina a través del arquetipo de la Mujer Salvaje que utiliza Clarissa Pinkola Estés, sino que, he podido darme cuenta de la realidad que se esconde detrás de los mitos, historias, cultura y la sociedad en general que sigue manteniendo los roles estereotipados de la mujer y el hombre.
Por eso, este trabajo no es meramente teórico ni simplemente metafísico, ni solamente psicológico, sino que es un trabajo que abarca desde un punto de vista personal y también desde mi subjetividad y enseñanzas como estudiante de la Facultad de Psicología, esa identidad femenina.

Creo que permitirnos pensar en el libro de referencia “Mujeres que corren con los lobos”, y en “Construir nuestra identidad femenina” es proporcionar las herramientas internas que cada mujer posee, para poder ser una mujer libre, creativa, crítica, inteligente, intuitiva, fuerte, y entonces ir por el camino que nos descubre y nos define a nosotras mismas como mujeres simplemente.

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